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Fetichización de animales miniatura

  • Foto del escritor: Blog historia animal
    Blog historia animal
  • 6 ago
  • 2 Min. de lectura
Imagen de StockSnap en Pixabay
Imagen de StockSnap en Pixabay


En el mundo humano cotidianamente vemos el consumo, explotación y utilización de animales adultos en diversas áreas: alimenticia, de transporte, científica, doméstica o recreativa. Sin embargo, la fijación en especies de tamaño pequeño o en las crías de animales ha generado conmoción y algo de controversia en la población general debido a su “tierna” o “perturbadora” imagen (según las opiniones). 


Uno de los ejemplos más comerciales es el perro “Mini Toy”; llamado así debido a su tamaño en comparación con el de un juguete, ya que estos ejemplares desde su nacimiento y hasta su vida adulta pesan entre los 2 y 5 kilos (aunque se conocen ejemplares de peso inferior a los 2 Kg.). Para ser obtenidos, son modificados genéticamente mediante la reproducción sexual forzada de animales generalmente más pequeños o más “llamativos” visualmente por su irreal aspecto, resultando, así, en la creación y lanzamiento de nuevos linajes cuyo material genético alterado de forma no natural se ha convertido en una absurda necesidad para el consumo doméstico animal. 


Durante las últimas décadas, la moda por los animales miniatura ha fomentado que la ingeniería genética se mantenga en constante revolución. Sobre todo, en las áreas de investigación biológica y biomédica, donde se incrementa el uso de especies animales como vacas o conejos para llevarlos a un área comercial que tiene su principal mercado en la comunidad de infantes. 


Además del lucro que supone la manipulación sexual de los seres vivos, las variaciones genéticas tienen fuertes repercusiones en la salud de cada uno de ellos; derivando en malformaciones o deficiencias en alguno o varios órganos. La respuesta negligente a estas problemáticas es una advertencia de cuidados especiales presentada como un “instructivo” dentro de la etiqueta para venta, sin que se analice a profundidad la calidad de vida ofrecida y el posible sufrimiento del animal, pues lamentablemente el sistema de comercio le da más peso a una venta exitosa que a la vida misma.


Una propuesta para detener ésta red de comercio es comenzar por enseñar a los grupos infantes que los seres vivos no son juguetes. Pues a partir de ello, se pueden exponer los riesgos a los que son sometidos miles de animales solamente por fines “estéticos” y para complacencia de los humanos. Esto permitiría crear conciencia respecto a la dominación que ejercemos como especie, llegando al extremo de crear especímenes no conocidos, con fines exclusivamente comerciales.



Ximena Romero Peña, estudiante de la Licenciatura en Estudios Latinoamericanos, Universidad Nacional Autónoma de México.



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